Sabio será el instructor que invoque la Presencia del YO SOY en el corazón del menor de sus estudiantes, para ayudar al alma a asimilar todo lo que es capaz de aceptar, y luego le pide al alma que utilice ese alimento para su propio desarrollo y bendición de la raza. Esto desarrolla una bondad, una tolerancia, una comprensión amorosa entre el instructor y los aspirantes. Algunos facilitadores demasiado exigentes esperan más de algunas almas de lo que éstas pueden posiblemente rendir. Al trabajar impersonalmente con la Presencia de Dios —que sí conoce las capacidades de cada alma— el instructor será relevado del sentido de responsabilidad personal y presión, y los aspirantes serán alimentados por la amorosa comprensión del instructor, al cual acuden como la puerta abierta que lleva al Reino hacia el cual sus corazones aspiran.
Diario de "El Puente a la Libertad" Jesús
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