Si los hombres hicieran tan poco esfuerzo por conseguir su pan de cada día como el que le dedican a conseguir conocimiento espiritual, las carreteras del mundo estarían cubiertas con los cadáveres de quienes murieron debido a la inanición y a las privaciones. ¡Tan loable es el esfuerzo mediante el cual el hombre asegura la satisfacción de los deseos de su cuerpo, como lastimoso es el esfuerzo que le aplica a su salvación espiritual!
A ningún hombre se le puede negar la gracia ante el Trono de Dios, si escoge condensar, dirigir y proyectar su aspiración HACIA CUALQUIER SER de los Ámbitos Celestiales; pero es triste decir que la oración espiritual promedio no se eleva más arriba del cabello más alto que se proyecta sobre el cuero cabelludo del solicitante.
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