Durante æones, la Ley Cósmica le ha "soplado" [prompted] al hombre, pero usualmente la humanidad no le ha hecho caso. Cuando el chela le da seguimiento a los "soplos" internos para llevar a cabo una amabilidad o ayudar a suavizar el recorrido de otro, y se encuentra con lo que le parece ser ingratitud, su acto amoroso es registrado en el libro de la vida y no debería perturbarse por la aparente falta de apreciación. Él ha llevado a cabo su servicio. El omnipresente Amor Divino lo bendecirá. Los resultados de esta bendición a otro recaen sobre los hombros de los receptores.
A veces los chelas resienten a personas, a sitios, a condiciones y a cosas. Esto se debe a que no han alcanzado la maestría total sobre sus propios sentimientos. Los sentidos externos se empeñan en mantener al hombre en los grilletes de la indolencia durmiente y la ignorancia. Esto es, con creces, más fácil y cómodo que tallar con la afilada herramienta de la auto-disciplina, cada escalón que el chela tiene que trepar en el sendero hacia arriba. A medida que el alma que avanza triunfa sobre los apretujantes reclamos del mundo, encontrará a su vida poblada por gente que tiene aspiraciones similares.
Una sencillez de vida, con tan pocas y poco complicadas necesidades como sea posible, conduce al crecimiento del alma. Ningún santo ni sabio ha llegado al estadio de paz permanente sin librar batalla y sobreponerse al apretón asfixiante de los sentidos que se empeñaban en atarlo con los cordeles de posesiones mundanas, actividades y honores. Al mismísimo Jesús le fue ofrecido el mundo, a lo cual respondió: »Vete de mí, Satanás.» [Lucas 4:8]
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